Rosetta » El módulo ‘Philae’ aterriza en la superficie de un cometa

A las 17.03, exactamente a la hora prevista, la sonda Philae marcó ayer un hito sin precedentes en la historia de la exploración del espacio: aterrizó en la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko después de viajar por el Sistema Solar a 510 millones de kilómetros de distancia de la Tierra. La sonda se había desprendido siete horas antes de la nave Rosetta, una misión de la Agencia Europea del Espacio (ESA) que está dando vueltas al cometa desde el pasado 6 de agosto, e inició la caída hasta el suelo, hasta un lugar bautizado Agilkia. Nunca hasta ahora se había intentado el descenso de un robot en uno de estos cuerpos celestes. La señal del aterrizaje llegó al centro de control de vuelos (ESOC) de la ESA en Alemania y a las dos salas de seguimiento de la Rosetta (en Toulouse, Francia) y de Philae(en Colonia, Alemania). En el centro científico de la agencia (ESAC), en Villanueva de la Cañada, junto a Madrid, más de 200 personas que abarrotaban la sala principal estallaron en un largo y eufórico aplauso, como hubo en Alemania, Francia y en decenas de instituciones de Europa y EE UU donde trabajan científicos e ingenieros implicados en la misión. Era una operación de alto riesgo que ha acabado con éxito, aunque con sobresaltos, porque poco después se supo que no se disparó uno de los sistemas de anclaje al suelo del cometa.

Desde las 16.30 la señal de aterrizaje podía recibirse en cualquier momento y en todos los centros de la ESA centenares de personas estaban pendientes de las pantallas. En realidad, el contacto con el suelo del cometa se produjo casi media hora antes de las 17.04, pero las radioseñales tardan 28 minutos en recorrer los 510 millones de kilómetros hasta la Tierra. Durante cinco de las siete horas de descenso del Philae se recibieron en la Tierra datos y fotografías enviadas por la sonda a través de la Rosetta. Una de las más celebradas fue la de la sonda, ya con las patas desplegadas, captada por la nave en la distancia.
http://elpais.com/elpais/2014/11/12/ciencia/1415783035_165286.html
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