Hace 66 millones de años, un asteroide de más de 8 kilómetros de diámetro chocó contra la Tierra a una velocidad de 113.000 kilómetros por hora, vaporizándose de forma instantánea al impactar. El golpe aniquiló a la mayor parte de la vida terrestre, incluyendo los dinosaurios. El golpe también dio lugar a una larga serie de emisiones colosales de magma brotando de la tierra hendida acompañada de una espesa nube de polvo que bloqueó una parte importante de la luz del Sol, poniendo así en marcha una cadena cataclísmica de sucesos que afectaron desde abajo hasta la cima a toda la cadena alimentaria, eliminando así a muchas especies de la Tierra.
Esta es la reconstrucción más aceptada de la cadena de acontecimientos que causaron esa extinción masiva. Sin embargo, hay un cierto misterio respecto a la actividad volcánica y no se puede descartar que ocurriera algo más, lo cual, sumado a la caída del asteroide, constituyera el mecanismo completo de la extinción.
El equipo internacional de Michael Eddy y Sam Bowring, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, ha encontrado pruebas de que una erupción volcánica colosal, una de las mayores de la historia del planeta, empezó justo antes del impacto, posiblemente desempeñando también un papel importante en la extinción.
El equipo dató de forma precisa rocas de los traps de la Meseta de Decán (el término “Traps” deriva de la palabra sueca “Trapp”, que significa escalón), una región de la zona Centro-Oeste de la India que conserva restos de esa apocalíptica erupción. Los investigadores determinaron,basándose en sus análisis, que la erupción comenzó 250.000 años antes del impacto del asteroide, y que continuó durante 500.000 años después, expulsando una cantidad total de lava que ocupó 1,5 millones de kilómetros cuadrados.
Los investigadores creen que la enorme actividad eruptiva pudo ejercer un importante papel en la extinción de los dinosaurios, aunque la cuota exacta de poder aniquilador de cada factor puede que no se averigüe jamás.
El impacto del asteroide pudo ciertamente causar la extinción. Pero quizá su efecto se vio aumentado porque las condiciones reinantes en la Tierra ya de por sí eran hostiles para la vida.
También hay quienes creen que es mucha casualidad que dos catástrofes sin relación, coincidan con tan poca diferencia en el tiempo. Teniendo en cuenta que 250.000 años son un parpadeo en la escala geológica del tiempo y resultan difíciles de medir con toda certeza cuando se retrocede 66 millones de años en el tiempo, quizá esa diferencia cronológica sea un error y en realidad ambas catástrofes coincidieron con toda exactitud en el tiempo. De ser así, no se habría producido ninguna casualidad; la caída del asteroide pudo haber desencadenado esas colosales emisiones de lava.